Perder a nuestro perro o gato puede resultar una de las experiencias más dolorosas que podemos vivir y aunque sabemos que eventualmente tendremos que pasar por esto, el solo pensarlo nos hace un hueco en el corazón y en el estómago. Los que lo hemos vivido, aunque pasen los años, nos costará hablar del tema e incluso nos sigue provocando el llanto, es algo muy difícil de superar y al final terminamos sólo aprendiendo a vivir con ello, pero jamás olvidando.

¿Por qué la muerte de nuestro perro o gato duele igual, que si perdiéramos un familiar?
Los estudios que se han realizado a través del tiempo, indican que el lazo entre un animal y un humano son sumamente fuertes. Por ejemplo se pidió a un grupo de personas que tenían perros, que simbólicamente colocaran en un círculo a ellos y a miembros de su familia, tan cerca de ellos, como los sintieran, resultó que gran parte de las personas tendían a poner a su perro más unidos a ellos, que incluso al familiar más cercano.
Así mismo, los estudios compararon el duelo que se tiene por la muerte de un animalito junto con la muerte de un familiar y se comprobó que la el deceso de un perro o gato puede ser tan traumática cómo perder a una pareja o ser querido, y en algunas ocasiones más intensa.

Y es que pasamos alrededor de 13 años cuidando, apapachando y queriendo a nuestro hijo perro o hijo gato y recibiendo lealtad, amor incondicional y alegría por parte de ellos, cuando se van de nuestro lado, se forma un hueco en el que hasta el más mínimo detalle nos hace recordar los momentos que pasamos con ellos, siendo imposible olvidarlos o reemplazarlos.
Los animalitos, pueden ayudarnos a contrarrestar por ejemplo, la soledad que podemos vivir, especialmente en personas solteras. En otras ocasiones, también nos ayudan si estamos enfermos o sufrimos de depresión.

Es muy difícil decirle adiós a nuestro hijo perro o gato, y no existen las palabras que nos traigan consuelo ante este momento. No importa el tiempo que te tome en poder aprender a vivir con su ausencia, pero es comprobado que adoptar a otro perro o gato, puede ayudarnos a calmar un poco más nuestro corazón, jamás será reemplazado, pero a veces nos gusta pensar que nuestro perrito o gatito que falleció, nos mandó a otro angelito para acompañarnos.